A finales de septiembre de 1974 me invitaron a trabajar en el Comité Estatal de Abastecimientos Técnicos de la URSS ("Gossnab").
El Gossnab fue creado por el Gobierno para organizar en la economía nacional soviética un sistema socialista de suministro de los principales medios de producción. Y, como es natural, debía corresponder y complementar al sistema socialista de planificación centralizada, dirigido desde Moscú por el Gosplán de la URSS.
Se trataba, ni más ni menos, que de organizar en un país de 22,4 millones de kilómetros cuadrados - más de cuarenta y cuatro Españas, con pésimas carreteras y frecuentemente ausencia de carretera alguna; con insuficientes y atrasados medios de comunicación, falta de almacenes modernos y escasez de ordenadores y de personal calificado - un sistema capaz de garantizar el abastecimiento de toda la nación.
La creación de semejante sistema de planificación y abastecimiento centralizados requería la sincronización del "pensamiento" operativo de un inmenso cúmulo de fábricas productoras, consumidores, empresas de transportes y empresas territoriales de abastecimiento ubicadas en 10 husos horarios.
Para que el sistema funcionase y garantizase una calidad de planificación y abastecimiento superior a la existente en los países occidentales - que era lo que se esperaba de él - éste debía barajar cantidades astronómicas de números y cifras a una velocidad que, por lo menos, no fuese inferior a la velocidad del "pensamiento" económico del mercado capitalista.
En la Unión Soviética la planificación centralizada era la base de la economía y existía no sólo en el papel. Los planes anuales y quinquenales, después de ser aprobados por el Consejo de Ministros de la URSS y por el Buró Político del PCUS - por muy disparatados que fuesen - se convertían en leyes estatales, cuyo incumplimiento costaba grandes disgustos a muchos dirigentes.
Por consiguiente, una vez creado el Gossnab de la URSS, ante los dirigentes de esta institución no se planteaba dilema alguno que no fuese el dilema hamletiano de ser o no ser.
Y el Gossnab de la URSS, obligado a elegir el "ser", comenzó a "funcionar" sin disponer incluso de modernas calculadoras para sus empleados.
Ocupando un puesto de la Nomenclatura
En el Comité Estatal fui destinado al Departamento de Abastecimiento material de la Construcción en la URSS y nombrado jefe de una sección encargada de resolver los problemas que surgían en el abastecimiento de cuatro Ministerios nacionales, especializados en la construcción industrial, energética, ferrocarriles y carreteras y trabajos especializados de montaje.
Este era un puesto que, por pertenecer a la llamada nomenclatura, iba dotado de toda una serie de privilegios económicos estatales.
El personal de la sección a la que fui destinado me admitió con cierta cautela. Conociendo la lógica de la plantilla yo comprendía que ellos esperaban que la vacante fuese ocupada mediante un ascenso en el escalafón, que beneficiaría simultáneamente a cuatro o cinco empleados.
Pero al mismo tiempo yo notaba que en mi nombramiento existían dos momentos que ellos aprobaban: mi procedencia de "abajo" y mi nacionalidad española. Algunos consideraban que, por la forma de haber ingresado en el Comité y por mis datos biográficos, yo parecía ser un mirlo blanco.
Los primeros meses de mi trabajo en el Gossnab de la URSS transcurrieron en intentos inútiles para lograr comprender los criterios por los que los empleados de mi sección se regían al proponer soluciones de las cuestiones que los Ministros de la URSS y los dirigentes políticos territoriales planteaban ante el Comité en sus numerosas y prolijas cartas y telegramas.
Y es que, nada más comenzar el año económico, los Ministerios de la URSS a los que el Gosplán confiaba todos los recursos materiales - tanto existentes en el stock estatal como a producir durante el año - se lanzaban a pedir recursos complementarios de la "reserva estatal", en manos del Gossnab de la URSS.
Era una especulación organizada, pero nadie peleaba con los autores de las peticiones: todos sabían que, como era habitual, los planes nacionales elaborados por el Gosplán de la URSS estaban desequilibrados y los recursos materiales previstos en ellos no correspondían a los necesarios para cumplir las tareas enunciadas.
Mediante frecuentes llamadas telefónicas por las vertushkas - es decir, teléfonos estatales controlados - los dirigentes del PCUS de toda índole y de todos los rincones del país importunaban a los jefes de los Departamentos del Gossnab, exigiendo que acelerasen la solución de los "problemas".
El ideal era archivar el documento, cosa imposible si no se enviaba al peticionario una respuesta "fundamentada".
Y el único "fundamento", que satisfacía a todos los niveles de la jerarquía existente, era el documento que permitía que el pedigüeño autor recibiese algo de la ya citada "reserva estatal": míseros despojos de los que el Comité disponía.
Todo este torrente de correspondencia y el secreteo en el trabajo distraían al personal del Gossnab y de sus organizaciones anejas - moscovitas y territoriales - y no le permitían ocuparse a fondo del objetivo fundamental para el que habían sido designados.
Y este objetivo, en resumidas cuentas, no era otro que el de crear e imponer en la URSS - en la que todavía casi nadie percibía la realidad de que las riquezas naturales y las creadas con el trabajo de su pueblo pertenecían a todos sus ciudadanos y que, por consiguiente, había que cuidarlas y no malgastarlas - un estricto sistema de control.
Cuando, trabajando en "Glavyug", percibía frecuentemente los "vacíos" existentes en los sistemas de planificación y abastecimiento de la construcción, procuraba deshacerme de la idea obsesiva de que algo no funcionaba a nivel de Estado pero, igual que otros colegas, yo creía honradamente que el Gobierno soviético quería, podía y era capaz de corregir ese algo.
Ahora, cuando ya hacía más de un año que trabajaba en el Gossnab y había tenido suficientes medios y tiempo para ver de cerca y analizar el cuadro real existente en el antisistema centralizado, ante mí se planteaba un serio problema que debía resolver con mi conciencia lo antes posible: o, como ingeniero experimentado elaboraba algo que, por lo menos, ayudase a mejorar la situación del abastecimiento de la construcción de los Ministerios por los que respondía mi sección, o debía dimitir del cargo que desempeñaba, explicando las causas.
Lo que no podía hacer era convertirme en un camaleón técnico y político, haciéndome pasar por un miope daltoniano.
Mi dimisión quedaba descartada. Es más, ésta se castigaría cruelmente, pues lo que más temían los dirigentes del PCUS eran las revelaciones críticas y públicas de los especialistas soviéticos que reflejasen el desbarajuste existente en el funcionamiento del sistema político y económico del país. Esto era un tabú.
A mis entonces 50 años la dimisión equivaldría a un suicidio profesional, político y humano: hasta mi jubilación restaban todavía diez años y mi futuro y el de mi familia sería una vía crucis.
Mientras tanto mi regreso a España estaba descartado: las autoridades competentes proseguían denegándome el permiso de entrada en mi patria.
La única opción admisible era, como siempre había sido en mi vida, la de seguir luchando en las filas de los millones de optimistas, para intentar corregir - aunque fuese en algo pequeño - los grandes defectos existentes en aquella sociedad que con tanto entusiasmo construíamos. Verdad es que entonces un amigo mío ya me había aclarado que los pesimistas eran, simplemente, optimistas bien informados.
Por lo tanto, había que aceptar el reto que me presentaba mi ascenso en el escalafón estatal y, apoyándome en mis colegas y compañeros de trabajo, intentar elaborar los principios de algún "microsistema lógico de control" que pudiese ser empleado en el abastecimiento de las obras que ejecutaban los cuatro Ministerios encomendados a la sección que yo dirigía.
Para comenzar la elaboración de un anteproyecto del "microsistema lógico" había que lograr separar a un grupo de especialistas de la vorágine del trabajo rutinario que hasta entonces realizaban. En una constante lucha contra la indiferencia, incompetencia, arrogancia y grosería - infortunadamente inherentes a algunos altos dirigentes del Comité - logramos crear una sección específica que, reforzada con la técnica moderna de la informática y jóvenes programadores, elaboraría y realizaría el anteproyecto necesario.
Mis dos superiores jerárquicos, los ingenieros E. Orzhejovski y N. Arjipets - respectivamente - habían ocupado durante largos años los puestos de Ministros de la Construcción de las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Kazajstán y Bielorrusia - cuya superficie conjunta equivale a la de seis Españas - y, como es natural, habían experimentado y conocían bien los defectos del sistema de abastecimiento técnico existente en la construcción soviética, y ambos contribuyeron activamente en la creación de dicha sección, cuya dirección me fue encomendada.
Cuando terminamos de instalar los entonces modernos ordenadores WANG y REALITÈ y amueblar las salas donde trabajaríamos los ingenieros que formábamos la sección, aquello parecía un oasis técnico.
El grupo de ingenieros y técnicos programadores del sistema ESSKS
Con ayuda de una potente red de memoria electrónica de los distintos niveles jerárquicos de abastecimiento del país intentábamos concentrar el control y cumplimiento de los planes estatales de la Construcción en la escala del tiempo real.
No todo era trabajo...
Aunque Franco falleció en noviembre de 1975 el permiso de entrada en España lo recibimos sólo a mediados de 1977. En este año y medio de espera de nuestros visados sucedieron dos felices acontecimientos:
- en octubre de 1976 nació nuestra primera nieta, Ksenia;
En la foto: Inna, Ksenia y el autor
- el 12 de agosto de 1977 me fue otorgado el Premio del Consejo de Ministros de la URSS por mi participación durante años anteriores en la edificación de viviendas prefabricadas sismorresistentes en la ciudad de Ordzonikidze, capital de la República Autónoma de Osetia del Norte.
Por un sistema único de abastecimiento de la construcción
El trabajo conjunto de los ingenieros de la nueva sección y del grupo de programadores del Centro de cálculos del Gossnab dio en 1978 sus primeros resultados positivos: terminamos la elaboración de un anteproyecto llamado "ESSKS" (siglas del título completo en ruso "Sistema único de abastecimiento de la construcción básica").
El sistema "Dom novosyola" ("Vivienda del futuro inquilino") - que preveía el abastecimiento de los trabajos de acabado y decoración de los pisos e instalación en ellos de los muebles de cocina y cuarto de baño según los pedidos y posibilidades económicas de los nuevos inquilinos - formaba un subsistema especial del "ESSKS".
En la foto de izquierda a derecha, Alexandr Maksakov, diputado comunista de la Duma de Rusia, jefe de la empresa constructora "Saratovguesstroi" y el autor
Y es que anualmente en la URSS más de 10,0 millones de ciudadanos recibían gratuitamente del Estado, por un mínimo precio de alquiler, nuevas viviendas. El paso al nuevo sistema destruiría la "planificación" centralizada de la construcción de viviendas, que engendraba y abastecía a una enorme mafia ya existente que se extendía en esta esfera de la economía soviética.
Esta mafia se alimentaba del déficit que ella misma - a través de los órganos de planificación - creaba entre la demanda y la oferta y, por consiguiente, daba vía libre en el "mercado negro" a los artículos necesarios para el acabado y decoración de las viviendas.
La primera etapa de introducción del "ESSKS" preveía la creación de una red de 10 mil ordenadores y computadoras personales que se instalarían en los 1.800 Institutos elaboradores de los proyectos de acuerdo con los cuales se edificaban casi la totalidad de las obras de la URSS; en las 3.600 empresas constructoras y 1.000 combinados de producción de viviendas, hormigón prefabricado y estructuras metálicas - que componían la base industrial de dichas empresas constructoras; y en las 1.000 bases de suministro centralizado existentes en los 47 órganos territoriales del Gossnab de la Unión Soviética.
Toda esta red funcionaría las 24 horas del día.
Mientras el "ESSKS" se "abría camino" por la inaccesible escarpada burocrática, en nuestra familia sucedían grandes acontecimientos que nos hacían felices a todos.
1978 - Habiendo ya obtenido de manos del amable y primer Embajador español postfranquista en la URSS - señor Juan Antonio Samaranch - los visados de entrada en mi patria, Inna, Andrés y yo salimos en tren hacia París para proseguir en el Talgo París-Barcelona - como ya digo en el capítulo I de este libro - nuestro primer viaje a España transcurridos 40 años desde la guerra civil española.
Los días en España transcurrían en compañía de nuestros numerosos familiares. Nos "entregaban" unos a los otros con recelo, sin haber podido - por falta de días - enseñarnos hasta el último rincón de España y agasajarnos aún más.
En la foto: la simpática familia valenciana de los Tronchoni-Llanos, 1978
En los "descansos" entre los ágapes familiares y viajes turísticos, Inna y yo visitamos algunas empresas españolas y comprendimos que, a nuestra edad de 53 años, nos sería muy difícil encontrar trabajo en España. Debíamos jubilarnos en la Unión Soviética y entonces regresar a España.
1979 - El 5 de enero de 1979, en vísperas del día de los Reyes Magos, nació nuestra segunda nieta, Anastasia. Ahora ya eran dos mis nietas rusas: una morena y una rubia.
En la foto: el autor con sus nietas el 1º de mayo de 1983 en la Plaza Roja de Moscú
1980 - Durante una de sus expediciones norteñas mi hijo Andrés - ya ingeniero geógrafo - conoce a una magnífica muchacha rusa llamada Valeria -, se enamoran y contraen matrimonio.
1981 - Del amor de este matrimonio en la región de Moscú nace nuestro primer nieto - Alexei.
1983 - El 1º de septiembre nuestra nieta mayor - Ksenia - comienza a estudiar en el primer grado de la escuela primaria. El comienzo del curso escolar en la URSS siempre ha sido una magnífica fiesta de uniformes escolares, flores, padres y abuelos que acompañan a sus queridos pequeñuelos hasta la escuela. Para que aprendan mucho y sean felices.
Ksenia comienza sus estudios. La acompañan, de izquierda a derecha, María, Inna, el autor, Klavdia y Nástenka, 1983
1984 - Andrés ha sido nombrado jefe del Buró meteorológico de la hidroeléctrica Sayano-Shúshenskaya de Siberia Oriental, que se construye en el río más caudaloso de la URSS - el Yeniséi. Allí nuestro hijo y su esposa trabajarán cuatro años, engendrarán dos hermosos niños más - María y Virgilio.
1988 - El 1º de septiembre nuestro nieto Alexei comienza a estudiar en la escuela primaria rusa.
A Alexei de los Llanos Stokolias le acompañan sus cuatro abuelos. De izquierda a derecha: Nikolai, Elizaveta (abrazada a su nieto), el autor e Inna, 1988